Un gramo de cordura

Este blog es una buena excusa para investigar nuevas formas de entender la comunicación. El mundo se ha hecho glocal y, para no quedarse atrás, este blog quiere aportar un gramo de cordura y de sentido común hacia todo lo que se mueve en la Red.

Este bloc és una bona excusa per a esbrinar noves formes d'entendre la comunicació. El món s'ha fet glocal i, per no quedar-se enrrere, este bloc vol aportar un punt de cordura i trellat cap a tot el que es mou en la xarxa global.

jueves, 17 de mayo de 2012


El Paleolítico de Internet

   Érase una vez en el mundo cuando los teléfonos móviles ya no servían para hablar sino que se usaban para conectar personas, máquinas y para generar negocios. Recuerdo, cuando era joven, allá por la segunda mitad del siglo XXI, cuando se pusieron de moda los implantes biomecánicos. Es decir, diminutos microchips orgánicos que se insertaban en la piel y que mantenían tus sentidos alerta frente a los inputs del mundo real. Por ejemplo, las noticias ya no llegaban a ningún dispositivo externo, entraban directamente a tu cerebro y allí, en una extensión creada a tal efecto, se ordenaban y estructuraban para que fueran asimiladas por la consciencia. La mente se había hecho más compleja y permitía ésta y otras filigranas que deslumbraron a la humanidad de esos años 2050-2060. Los replicantes (no los de Blade Runner que se consideraba un clásico superado  de la ciencia ficción del siglo anterior) controlaban todos los resortes de las comunicaciones. Decidían, en función del estado de ánimo en que se encontrara el usuario, qué era aquello que quería escuchar, ver o sentir. Las máquinas inteligentes controlaban las neuronas y, haciendo un análisis de proyección sobre el usuario, le iban suministrando la música que más le convenía directamente a los oídos; las imágenes que le entraban por los ojos; la información que llegaba a su sistema nervioso e, incluso, estaba en proceso experimental un acompañante virtual que le guiaba en su existencia. Este último, en función de la programación que decidía el cliente, ordenaba la existencia diaria según la biografía personal escogida. Cada usuario podía elegir entre perfiles diferentes y vivir vidas que habían sido dispuestas hasta en sus mínimos detalles por androides autónomos que las habían probado antes con resultados fructíferos. Pero todo eso pasó cuando las redes de comunicación planetarias aún se encontraban en aquello que los expertos bautizaron como el Paleolítico de Internet. Ahora nos encontramos en el siglo XXII y la última revolución tecno-social nos ha traído una nueva era a la que aún no le han puesto nombre. Pero algunos nostálgicos aún celebran, un 17 de mayo como hoy, el Día Global de Internet.